El Crossfit es un método de entrenamiento, novedoso entre nosotros, pero con años de experiencia y un gran número de seguidores en los Estados Unidos, que se caracteriza por la utilización de ejercicios funcionales, en constante variación y ejecutados a alta intensidad. Es decir, ejercicios que los seres humanos desarrollamos de una forma natural (por ejemplo, las sentadillas que realizamos constantemente al sentarnos) que se combinan en cada entrenamiento de manera variada y diferente y deben realizarse a un ritmo altamente intenso.

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Existe entorno al CrossFit la errónea creencia que, por su condición de máxima exigencia, lo liga únicamente al entrenamiento militar. Es evidente que los programas de preparación de muchos de los cuerpos de seguridad se componen de ejercicios de Crossfit por su capacidad para modelar personas que tengan potenciadas todas las capacidades de destreza y fuerza necesarias para desarrollar sus trabajos.

Pero el Crossfit es mucho más que eso. Es el sentimiento de saberse capaz. Y eso es algo que nos afecta a todos los seres humanos por igual, sean cuales sean nuestras capacidades físicas y nuestras necesidades profesionales. Una de las cualidades más significativas del Crossfit es su adaptabilidad, podemos ver, por ejemplo, en un mismo entrenamiento a una atleta de 20 años junto con un jubilado de 60, sudando mano a mano. Enfrentarse a un wod (work of day, que es así como se llaman los entrenamiento del día) nuevo cada día y realizarlo al máximo nivel, encarándose a esa voz que en la cabeza invita a rendirse, supone sentirse capaz. Que no es otra cosa, al fin y al cabo, que sentirse orgulloso de uno mismo. Por eso el CrossFit es para todas las personas.